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La independencia del Banco de la República es clave para asegurar políticas económicas estables y evitar influencias de tipo político en las decisiones que solo pueden basarse en criterios técnicos y de política pública. La intentona de la Constitución de 1991 de acercar el país a instituciones modernas sentó las bases para la autonomía de esta entidad, lo que le ha permitido consolidar su imagen de respeto y confianza no solo en el plano nacional, sino en el contexto internacional.
Las declaraciones desafortunadas, otra vez, del presidente de la República al cuestionar la decisión de los codirectores del Banco de no reducir las tasas de interés más del 9,5% en el que están fijadas, trascendieron de la sola discrepancia para convertirse en una presión innecesaria y un enrarecimiento. No le corresponde al Ejecutivo denigrar de una institución sólida como esta que se ciñe a su misión, asunto que no parecen hacer quienes tienen tareas similares en el Gobierno nacional, tal como lo advirtió en un comunicado el Consejo Gremial Nacional, al llamar la atención del ministro de Hacienda para que tome decisiones con criterio exclusivamente técnico. Esta agremiación también destaca lo clave de que el Banco cuente con independencia de los poderes públicos, principalmente del Ejecutivo, que igual tiene asiento en su mesa, para blindarse de presiones políticas.
La independencia del Banco de la República es una fortaleza, no una debilidad ni un capricho de gobiernos de turno, forma parte ya de su ADN institucional y es lo que ha permitido afianzar su confianza en la toma de decisiones. Las mismas que han ayudado a mantener una política macroeconómica sólida y coherente en el país hasta ahora. Las calificaciones internacionales por las decisiones internas del país no han resultado más catastróficas gracias a que el Banco mantiene justamente su rigor en cada acción. Se puede discrepar de esas decisiones, pero lo que no queda bien es presionar o deslegitimar desde el Ejecutivo tales medidas. Si algo prueba que el Banco ya demostró su calidad son las más de tres décadas haciéndolo de la mejor manera.
Los codirectores del Banco de la República han resistido a presiones para financiar el gasto público y han mantenido su enfoque en la estabilidad de precios, incluso en momentos de crisis, no solo del actual Gobierno, también de anteriores. Eso es justamente lo que lo legitima para poder mantener unas actuaciones que son defendibles ante la opinión pública y ante la banca multilateral. Ha sido fundamental para que se mantenga en Colombia la confianza de los mercados y de los organismos internacionales, aún en momentos complicados.


Hay que recordar que el presidente que critica las decisiones del Banco de la República, que descalifica sus actuaciones, es el mismo que ha propuesto la impresión de moneda para el gasto público, entre otras determinaciones nada técnicas y que se han tomado en otras latitudes con nefastas consecuencias para la economía. En tiempos de incertidumbre y decisiones proteccionistas, la labor de los codirectores y de la Gerencia se vuelve imprescindible para garantizar la estabilidad económica del país. La independencia del Banco es un activo del país y no debería haber duda de que resulta eficaz.