Las promesas y deseos personales y colectivos que muchos solemos hacer y expresar en el último día del año, pensando en que el que se inicia sea mejor, deberían convertirse en firmes metas que se puedan ir evaluando durante los 12 meses que se avecinan. Solo así se podrá establecer si cumplimos o fallamos. Si todo quedó en los anhelos de un momento o de verdad nos estamos esforzando por evolucionar y tomando las riendas de las acciones que debemos emprender.
Si nuestras actitudes cotidianas siguen marcadas por reacciones agresivas y violentas hacia los demás, incluso desde el hogar y que se reflejan en la calle, en el trabajo, en el estudio, eso será lo que continuemos viendo en el día a día. Es el mayor insumo para aumentar los grandes conflictos y los problemas sociales. Si más bien privilegiamos conductas tranquilas, serenas, pacíficas, que nos permitan analizar antes que actuar, podremos reaccionar mejor ante los problemas y las adversidades. Ese primer paso ya permitirá vivir en comunidad y es cuando deberían venir las apuestas comunes para mejorar los entornos y luego los territorios.
Cambiar cada uno internamente, incluso quienes están en los gobiernos y en posiciones de autoridad y de toma de decisiones, debería ser la apuesta para este 2025. No podemos seguir alimentando divisiones. Haber mantenido la polarización en bandos es lo peor que le pudo pasar a Colombia. Claro que hay diferencias en todos los ámbitos, siempre existirán; igual las distintas corrientes de pensamiento y las formas de hacer las cosas. Pero la diferencia debería empezar a mirarse desde otros ángulos, al menos que sirva para tranquilas conversaciones y debates y de allí llegar a consensos, si es posible, o sentar posiciones respetando y entendiendo las de los demás.
No se trata de creer que con esto el país y el mundo ya serán perfectos, pero si cada uno hace un esfuerzo y aporta lo mejor de sí, vendrán las transformaciones en la sociedad. Si el habitante del campo o de la ciudad cumple con las normas que nos rigen en el país, se irán reduciendo los problemas legales y de ordenamiento. Si cada quien hace lo que le corresponde, y además lo ejecuta con pasión y gusto, seguramente contribuirá a mejorar los procesos productivos y los servicios que se prestan. Si los escolares y universitarios se dedican de lleno a formarse, su futuro será más promisorio, e igual sucederá con todos los roles.
Que este 31 de diciembre no se quede en un dechado de buenas intenciones. Colombia necesita habitantes proactivos, que aporten al crecimiento del país. No viene un año fácil en lo económico, que es la base para que lo social funcione. Habrá que ser muy austeros y bastante creativos para no parar las ejecuciones, así sea un año preelectoral. Si cada uno se apropia de lo que le corresponde, lo hace bien y pensando en mejorar, con seguridad cerraremos el 2025 con mayores logros. A todos y cada uno de nuestros lectores, el mejor de los años. Está en nuestras manos.