La tragedia ocurrida hace ocho días en la discoteca Jet Set en Santo Domingo (República Dominicana), que deja unos 221 muertos, más de 100 heridos y 189 rescatados con vida a causa del desplome del techo en medio de una fiesta con presentación de artistas y con el local ocupado por centenares de personas, debería poner a evaluar a las autoridades de todo el mundo los requisitos y las condiciones que se exigen para el funcionamiento de establecimientos a los que acude un alto número de personas para usos de alto impacto como este. El Gobierno dominicano anunció que conformó una comisión de expertos nacionales e internacionales para investigar y establecer técnicamente las causas de lo ocurrido, pero también para aprender, mejorar, prevenir, proteger y fortalecer las normas de seguridad.
No se debería esperar a que ocurra una tragedia para reaccionar y tomar medidas contra los riesgos. Desde antes de permitir abrir puertas, como se hace a veces muy rigurosamente para que funcionen otro tipo de locales de comercio y servicios, también se debería aplicar lo mismo a cada establecimiento nocturno. Incluso crear una comisión de técnicos que se encarguen de inspeccionar que sí cumplan con normas y materiales de construcción, labores de mantenimiento periódico a todas sus partes y estructuras (más que en cualquier otra edificación), salidas de emergencia, señalización, medidas contra incendios, insonorización, entre otras exigencias.
Además tendría que llevar a que los dueños de estos comercios, como parte de su responsabilidad social y jurídica que asumen al abrir un local, sean el primer filtro para revisar constantemente el estado de las infraestructuras y si encuentran algo irregular lo corrijan con prontitud. No puede ser suficiente aplicar “pañitos de agua tibia” ni hacer obras provisionales, deben recordar que tienen que preservar la vida e integridad de sus clientes y lo físico forma parte de ese deber, no solo se trata de que encuentren ambientes agradables para la rumba.
En este siglo XXI han ocurrido 7 incendios de gran magnitud en discotecas y salas de fiesta en el mundo con más de 100 fallecidos cada uno, muchas de estas personas murieron incineradas por no tener salidas de emergencia para evacuar. Aparecen los incendios de Luoyang, China, en el 2000; Ho Chi Minh, Sur de Vietnam, en el 2002; Rhode Island, EE.UU., en el 2003; Buenos Aires, Argentina, en el 2004; Perm, Rusia, en el 2009; Santa María, Brasil, en el 2013, y Nínive, Irak, en el 2023. En 1942, en Boston, EE.UU., se registró un voraz incendio en uno de estos locales, que dejó 491 personas muertas. En el desplome del techo del pasado 7 de abril en la discoteca de Santo Domingo falleció una colombiana.
No se trata de generar pánico y temores innecesarios para que la gente deje de asistir a estos establecimientos. Hay que pensar es en generar entornos más seguros, volverse mucho más precavidos y como clientes exigir que se cumplan los requerimientos. Nadie puede relajarse con este asunto, o que pasado el tiempo después de la tragedia ya nadie se vuelva a acordar y se dejen de hacer los controles, las inspecciones y el mantenimiento que ameritan las construcciones. Finalmente, estas prácticas van a ser los salvavidas para todos.
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