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La guerra arancelaria desatada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es una mala noticia para el mundo, aunque las decisiones anunciadas el pasado miércoles resuelven la incógnita que se cernía desde su posesión y que tenía en la incertidumbre a los gobiernos y a las bolsas. Son muchos los que salen mal librados con las más altas tasas arancelarias en un siglo, aunque entre todos los males Colombia salió un poco mejor librado, pues quedó con los mínimos aranceles que le aplicarán a todo el mundo, menos Canadá y México. Entonces, de los males, el menor, ahora corresponde sacar provecho de esto y no conformarnos con esto.
La tarifa global y general del 10 por ciento que nos correspondió nos pone en igualdad de condiciones con otra cantidad de naciones y en ventaja con muchas otras que recibieron mayores cargas. Las razones para la diferenciación no fueron bien explicadas durante la traumática rueda de prensa en la que el mandatario hizo el anuncio, pues los gráficos no fueron claros y las fuentes nunca aparecieron, aunque se lanzaban datos que supuestamente sustentaban lo dicho, pero sin que hubiera respaldo para ellos.
Después del anunció, hubo un jueves negro en los mercados del mundo, toda vez que la falta de claridad aún en algunos asuntos, la ausencia de proporcionalidad y la posibilidad de que las cosas vuelvan a cambiar, dependiendo del estado anímico del presidente estadounidense o de qué tan bien o mal se sienta tratado por otros líderes del mundo, puede hacer que las cosas vuelvan a cambiar y ese es el peor de todos los efectos, el depender no del rigor técnico, por qué aún no se ha explicado con claridad la diferenciación arancelaria, sino de la mera voluntad del mandatario.
Los efectos se empiezan a ver en el propio Estados Unidos, donde los analistas temen un procesos inflacionario y que puede terminar en recesivo, pero las consecuencias no se limitan solo a este asunto. Se teme que afecte el empleo, el ahorro y el gasto de los contribuyentes. Solo la Casa Blanca ve como positivas las medidas porque ni los mismos electores del republicano Trump están tan seguros de que esta sea la mejor decisión, según encuestas de medios de ese país, pues en el mejor de los casos, el costo de los aranceles se trasladará a los ciudadanos, y en el peor, se vendrá una escalada alcista.

La mayoría de países están revisando cómo reaccionar frente a estas medidas proteccionistas de los Estados Unidos y lo que se pide es cabeza fría, pero de lo que no hay duda es que los efectos serán negativos en la economía global, al menos en el plazo más inmediato. La Unión Europea, China, la Organización Mundial del Comercio y el presidente Petro han llamado la atención sobre lo grave que resultaría volver al proteccionismo, cuando la globalización es un fenómeno de una fuerza inatajable. La tarea para el Mincomercio y para el sector privado será encontrar las ventajas que pueden aprovecharse, gracias a recibir en medio de todo un arancel menor, y convertir esta dificultad en una oportunidad. Ojalá así sea y que no nos salga más caro de lo que ya puede resultar.