En Colombia las tasas de natalidad y de fecundidad vienen bajando ostensiblemente. En el 2024 fueron 445 mil nacimientos, 75 mil menos que en el 2023, una reducción del 13,7%, considerado el volumen más bajo en la última década. Esto se refleja en los 32 departamentos, entre los que Caldas queda en la casilla 18, considerado un rango intermedio alto. Para el 2019 eran 8 mil 135 nacimientos y en el 2024 bajaron a 5 mil 800; es decir, en cinco años hubo una disminución en Caldas del 27%, y equiparado con el 2023 la baja fue del 12%.
Estos datos fueron presentados la semana pasada como parte del Boletín Estadístico de Natalidad y Fecundidad en Caldas, elaborado por el Portal Caldata, que se construye con base en la información del DANE sobre comportamiento demográfico. La situación en Manizales no es mejor, registraba 3 mil 69 nacimientos en el 2019 y fueron 2 mil 389 en el 2024 (28% menos en cinco años). Llama la atención las cifras moderadamente altas de: La Dorada, que tuvo 828 nacimientos en el 2019 y bajó a 652 en el 2024 (34% menos); Chinchiná, 502 en el 2019, comparados con 386 del 2024 (41% menos), y Riosucio, 510 nacimientos en el 2019, y 392 en el 2024 (29% menos).
Si los nacimientos siguen bajando lo más seguro es que llevará al estancamiento de la población en Caldas, cuyos efectos ya se empezaron a detectar en la estructura demográfica porque cada vez son menos los niños y los adolescentes, y van en aumento las personas en franjas de edad de adultos y de ancianos, que aunque no es perjudicial porque generan otras dinámicas económicas y sociales a las que hay que irse ajustando, sí se van perdiendo espacios necesarios para el reemplazo poblacional. Según el Boletín, la tasa de fecundidad para Caldas se sitúa en 22.68, que también está por debajo.
Además, esta tendencia puede empezar a golpear el desarrollo regional en lo que tiene que ver con la transferencia de recursos desde la Nación, que se hace con base en la población total, con la consiguiente afectación para los municipios, y también sobre áreas como la salud, la educación y la laboral en cuanto a la mano de obra de la que se dejaría de disponer en un momento dado. No hay que temerle al cambio demográfico, como lo hemos planteado antes, pero los territorios no se pueden quedar apacibles frente a esta realidad que hay que identificar, conocer y enfrentar con políticas públicas ajustadas a estos cambios.
No se puede negar que la baja en la natalidad está sujeta a las transformaciones económicas y sociales, porque las condiciones y las prioridades de las personas han cambiado. Ya se anteponen otros asuntos a la necesidad de procrear, y esto también hay que entenderlo entre los jóvenes y los adultos. Por fortuna, Caldas no se encuentra entre los departamentos con las reducciones de natalidad más extremas en el país, está alineado con la tendencia nacional de descenso, pero sí debe llamar poderosamente la atención que la mayoría de municipios haya registrado menos de 300 nacimientos anuales, y muchos incluso estén por debajo de 100.
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