¿Qué hacemos con la libertad de prensa?
Señor director:
La libertad de prensa es, igual que muchas otras representaciones humanas, una idea porosa cuyos intersticios son aprovechados con todo tipo de intenciones, desde las sanas hasta las perversas. El periodismo deportivo es un caso especial de este problema, solamente superado por el periodismo político; compartiendo ambos un interés y un objeto común: el manejo de las pasiones. Un periodista ecuánime y sensato está generalmente llamado a fracasar entre los fanáticos de un deportista o de un equipo, igual que entre los radicales seguidores de un personaje o de un movimiento político.
El periodista conoce todo esto mejor que nosotros y, atendiendo a su mayor o menor responsabilidad personal y social, a su experiencia y a su propia necesidad de visibilidad y/o de supervivencia, elige su camino. En los medios deportivos hay quienes se inclinan por la fórmula de obsesionarse negativamente con un determinado personaje, con lo cual, seguramente, atraerán a quienes gustan de las pasiones destructivas, no de las creativas. No hace mucho tiempo fue figura en los medios deportivos nacionales un periodista cuyo plato diario y predilecto era despotricar de Álvaro González Alzate. Hoy tenemos otro que gusta hacerlo con James Rodríguez (a quien yo tampoco considero un ídolo, pero no por ello justifico esta negativa actitud).
En el medio local tenemos a un periodista deportivo cuya obsesión (aunque él la llame “claridad y concepto”) es demeritar por todos los medios posibles el trabajo del técnico Hernán Darío Herrera y del jugador manizaleño Alejandro García. Nada de lo que hacen tiene mérito. Si aciertan es sólo por azar. Al técnico no hay que escucharlo en las ruedas de prensa porque “seguramente no va a decir nada”, ni tampoco opinar sobre lo que hizo o no hizo dentro de sus funciones porque “para qué desgastarse”. Quienes vimos al Once Caldas jugando un rescatable segundo tiempo con el Fluminense, fuimos engañados por “espejismos”. Los cambios para el segundo tiempo con Equidad no tienen nada que ver con el técnico.
Si antes de la rueda de prensa no se sabe qué jugador va a acompañar al técnico, y, para desgracia del periodista, Alejandro García se ha jugado un buen partido, entonces pronostica que seguramente su compañero será “Alejito”, diminutivo utilizado con un sentido despectivo, no propiamente cariñoso.
Si el Once Caldas gana jugando bien, lo lograron los jugadores. Si gana jugando mal, lo que importa son las formas. Si pierde jugando bien, lo que importa son los resultados. Como no hay técnico que dure muchos años, ni afición que lo resista, tarde o temprano el periodista de marras verá cumplidos sus deseos, pero muchos manizaleños le agradeceremos al “Arriero” el trabajo realizado con una nómina de jugadores muy “normalita”.
Jorge O. López V.
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